viernes, 25 de septiembre de 2009


LA FILOSOFÍA EN LA

ESCUELA


Manuel Hernández Pérez

Sociólogo e historiador

de la Universidad Veracruzana


La filosofía nace como un deseo de conocer las cosas de la vida diaria (sabiduría) y no tanto como un esfuerzo especulativo. Ese primer paso es central para entender cómo los modelos educativos también han ido acomodándose a los diferentes modelos político-económicos y en menor medida para beneficio de los seres humanos y sus necesidades cotidianas.


Ese deseo por conocer como ligar lo humano y lo divino para saber cómo vivir, es el origen de la filosofía, después vendrán otros esquemas teóricos-especulativos con Pitágoras, Platón, Eurípides y Sócrates que cambiarán esa perspectiva y la reflexión se trasladará de lo cotidiano a lo abstracto y se alejará de los hombres de carne y hueso (Colli, 2009:13-22).


Los primeros filósofos-pedagogos buscaban imprimir en sus tutorados ese deseo por conocer como ser sabios, no en el sentido de conocer muchas cosas obtenidas con la pura especulación, sino más bien en la línea de aprender un método de vida, una orientación que les indicara el camino mejor para tener una vida más plena. Las herramientas con que contaban estos sabios, era lo que les habían heredado sus antepasados y lo que deseaban en el futuro como posible. Como resultado se levantaron impresionantes edificios de la reflexión y se crearon formas de vida como la griega y la romana que han sido en gran medida los pilares de la cultura occidental, que hoy compartimos.


Quizás hoy en día sólo queda el deseo de ser sabios, de hecho la palabra filosofía significa “amor a la sabiduría”, es decir, sólo existe un deseo por ser sabios a través de la especulación, pero no en tanto método para alcanzar un conocimiento de las cosas cotidianas para vivir mejor. Esa división que se produjo en cada persona y la sociedad en general ha llevado a concebir a la filosofía como algo abstracto que no tiene mucho que ver con nuestra vida cotidiana, con nuestro quehacer de cada día, se tiene la idea errónea que esta actividad es sólo para personas extrañas o solitarias que no tienen contacto con los grupos sociales, nada más falso, pues en sus orígenes la filosofía nació como una actividad relacionada con las sociedades antiguas con el deseo de trazar caminos para andar una vida mejor.


Así, la filosofía y el quehacer de educar están íntimamente ligadas, ambas actividades se funden con un mismo objetivo: trazar caminos que sirvan a las futuras generaciones para caminar con menos dificultades o para saber enfrentar de mejor forma los problemas que se encuentren en ese trayecto de andar por la vida.


Cuando hablamos de valores, de ética, se relaciona con la filosofía en tanto reflexión sobre la vida y el actuar de las personas, sobre aquello que las sociedades consideran bueno o esencial para seguirse reproduciendo de forma armoniosa y justa. Cuando hablamos de derechos o sujetos de derechos, también estamos en el terreno de la filosofía porque es necesario hacer una reflexión acerca del quehacer de los hombres y sus luchas por lograr cierto equilibrio en las sociedades, esto se ve expresado en leyes y códigos que buscan organizar de forma más equilibrada a las colectividades. Cuando hablamos de protección del medio ambiente, también allí está presente una reflexión y meditación sobre lo que somos y nuestra relación con nuestro entorno y los resultados catastróficos que hemos obtenido por no saber mantener una relación armoniosa. Cuando hablamos de la niñez y la vejez, la vida y la muerte se hace necesario pensar en las posibilidades que tenemos de dejar un legado positivo a la sociedad a la que pertenecemos, para que nuestros descendientes tengan caminos por donde transitar y horizontes donde inspirarse.


Leonardo Boff, el teólogo y filosofo de la liberación, plantea muchos de estos temas como prioridades y como urgencias para nuestro mundo, debemos reflexionar no sólo con la cabeza, sino también con el corazón y ante ello plantea: “Podemos y merecemos un destino mejor. Éste no sólo es posible, sino necesario. Y es aquí donde los filósofos pueden ayudarnos. Hace decenas de años muchos de ellos vienen afirmando que la excesiva utilización de la razón en función del lucro y de la mercantilización de todo, a costa del saqueo de la Tierra, nos ha llevado a la crisis. Para recuperar la salud de la razón necesitamos enriquecerla con la razón sensible, estética y cordial, en la cual se fundamenta la ética, y con una visión solidaria de la vida. Es lo que más se adecua a la nueva fase del encuentro de culturas y de unificación de la historia humana. O proseguiremos por un camino trágico y sin retorno.” (Excelsior 02 de marzo 2009)

Parecería que los retos son imposibles de enfrentar, que no tenemos las herramientas científicas ni fondos económicos para lograr que la tarea educativa sea pilar del desarrollo en México, pero tenemos muchos ejemplos que nos deben animar aun en medio de la crisis actual para seguir trabajando en este sentido. Uno de ellos lo tenemos en el reciente fallecido filósofo mexicano Pablo Latapí Sarre. Este pensador nos dejo programas, proyectos, trazó caminos y rutas que nos ayudan a entender el quehacer educativo en México en las últimas décadas. Con su vida y con su trabajo diario a favor de la educación tendió puentes y abrió horizontes para aquellos que buscan hacer del quehacer educativo palanca y motor del desarrollo nacional y lo planteaba de la siguiente manera: “Estoy convencido de que hay que seguir trabajando por lo que queremos, en lo que nos corresponde a todos, creo que para eso es la vida, es construir esperanza, abrir horizontes, tender puentes hacia un futuro mejor, sembrar alegría y construir esperanza invocando nuestras utopías y trabajando tenazmente por realizarlas hasta el último día de nuestra vida.” (La Jornada 05 de agosto 2009).


No importa el nivel o ambiente social en el que llevamos a cabo nuestra práctica educativa, siempre debe estar presente la reflexión acerca de la actividad de nuestras sociedades desde un punto de vista ético, desde la óptica de los valores, de la sensibilidad y la fraternidad y no sólo quedarnos con los razonamientos fríos del mercado, que hasta el momento no han sabido dar un rumbo seguro a nuestro planeta. Debemos avivar el espíritu de asombro en relación a todo lo que nos rodea, como nos propone Pablo Latapí. Si logramos asombrarnos y trasmitir ese sentido de asombro a nuestros alumnos sobre el mundo y el papel que jugamos como administradores más no dueños del mismo, entonces podremos considerarnos buenos maestros.


Bibliografía


Avilés Karina, Ana Mónica Rodríguez y Fabiola Palapa “Murió

Pablo Latapí, impulsor de la educación en México”

La Jornada 05 agosto de 2009.

Boff Leonardo “La filosofía puede ayudarnos” Excelsior 02 de

marzo de 2009.

Colli Giorgio (2009) El nacimiento de la filosofía, Tusquets,

México.


Revista Electrónica de Educación Año 6 No. 53 Septiembre-Octubre 2009

ESCUELA SECUNDARIA

martes, 28 de julio de 2009

el reto: niños con habilidades y aptitudes sobresalientes

Los niños dentro del ámbito educativo aprenden a diferentes ritmos y estilos, aquellos que aprenden de forma mas acelerada tendemos a llamarles “inteligentes”, pero, ¿eso significa que estén dotados de capacidades superiores? Solo entre el 15% y 20% (Sáenz Janet 2007) del total de la población muestra capacidades sobresalientes y entre el 3% y 4.95% evidencia capacidades altamente sobresalientes, por lo tanto es evidente que observemos muy atentamente si superan a sus similares en cuestiones académicas, talentos, creatividad, rendimiento y algunas otras áreas, solo así podemos asociarlos como sobresalientes. Los diagnósticos erróneos son recurrentes en esta área y acarrean complicaciones en la vida de los niños y padres.

Durante los últimos años se ha incrementado el interés de la sociedad por atender las necesidades de especiales de los niños con capacidades y aptitudes sobresalientes, el reclamo de diversas instituciones se vio reflejado en diferentes reformas del marco normativo del Sistema Educativo Nacional. Recientemente se reconoce a los niños con aptitudes sobresalientes (Ley General de Educación, art. 41) es de esperarse que en el territorio mexicano la atención a niños dotados este en pañales.

Aunque la normatividad incluye a niños con aptitudes sobresalientes, dentro de las escuelas de educación básica no se cuenta con la capacitación al maestro regular, la atención de los especialistas en educación especial a las escuelas es insuficiente., aunado a la inexistencia de escuelas para niños dotados acarrea enormes baches en la formación de estos niños.

Por otro lado, la atención a las familias de niños dotados se circunscribe a unas cuantas agrupaciones civiles dentro del territorio nacional, dentro del estado de Veracruz se llevan dos ciclos escolares piloteando el “programa para el desarrollo de habilidades sobresalientes”, en diversas escuelas de la capital del estado, dicho programa se comienza en tercer grado de educación primaria, con la detección de los niños con habilidades sobresalientes, continuando el trabajo propio con diversas herramientas (tutorías, talleres, compactación de contenidos, aceleración, enriquecimiento, etc.) en el 4°, 5° y 6° grados. Dicho trabajo se realiza con la capacitación previa de los maestros que atienden estos grupos. Sin embargo nadie se ha preocupado por preguntarse: ¿Qué sucederá con los niños cuando ingresen a la secundaria?; Sí el proyecto esta destinado a finalizar con la salida del actual gobernador ¿Qué va pasar al concluir el periodo gubernamental?, ¿quién va dar seguimiento a este trabajo?, ¿cómo van a evaluar el impacto del proyecto?, ¿cuál va ser la estrategia de monitoreo de estos niños.

Es de vital importancia exigir a las autoridades la continuación de este tipo de proyectos, la capacitación permanente, así como la vinculación con diversas instituciones que potencien las habilidades, talentos, capacidades y aptitudes de los niños dotados. Es trascendente fortalecer el vínculo de padres de familia con instituciones especialistas en la detección de habilidades y aptitudes sobresalientes, para que los niños puedan ser diagnosticados adecuadamente y reconocidos sus diferentes talentos, de esta manera será más fácil que se focalicen diversos establecimientos que sean del área de interés de los niños sobresalientes, para que estos acudan a sus seminarios, talleres, visitas, prácticas, etc.

lunes, 25 de mayo de 2009

ARTÍCULO sobre educación y reproducción



EDUCACIÓN Y REPRODUCCIÓN

SOCIAL


Manuel Hernández Pérez

Sociólogo e historiador. Profesor de la Facultad de

Sociología del Sistema de Enseñanza Abierta de la

Universidad Veracruzana


El papel que cumple la escuela en tanto espacio donde se reproduce gran parte de la vida socio-política y cultural de niños y jóvenes, es vital, pues representa el ámbito donde estos grupos adquirirán las pautas de comportamiento y adaptación a la sociedad que les toca vivir. En nuestro caso el paso de una sociedad postindustrial a una sociedad de la información, del riesgo y la individualización postmoderna.


El discurso que se maneja en la actualidad dentro de los espacios educativos es poroso, en ocasiones vago e impreciso, pues se sigue utilizando un lenguaje que contrasta con el de la era industrial o moderna, por ello términos como educación, escuela, pedagogía, cuerpo, alma, espíritu se han vuelto palabras flexibles que ya no muestran mucha utilidad. Estos cambios nos deben mantener alertas y con actitud innovadora para saber enfrentarlos.


Algunos especialistas (Jiménez, 2007) nos recuerdan que la triada cuerpo-alma-espíritu se ha reducido a un complejo sicosomático flexible y penetrable. Sobre todo el discurso sobre el cuerpo humano y su relación con la educación, está muy alejado de su contexto de origen que es la era industrial.


Cuando hablamos de que cada época histórica determina en gran médica el tipo de educación y estrategia pedagógica que se sigue es porque creo que ambas están influenciadas por cuestiones ideológicas y políticas propias de cada momento histórico, esto también ya lo han indicado especialistas en el tema para el caso de México(Ornelas, 1997).


“En efecto, ninguna forma de educación, ni siquiera por su pretensión de ciencia, puede prescindir de prejuicios, supuestos y creencias de origen social, político, económico o religioso desde los cuales ampara el orden de su saber. Y la pedagogía, al poner en funcionamiento a educación y sus teorías, no hace más que confirmar ese origen ideológico de la “ciencia” que pretende desarrollar. Por lo tanto, la educación como ciencia, construida y afirmada dentro de un contexto eminentemente tecnológico, al igual que en el de nuestro tiempo, es hija directa de esta metafísica y la pedagogía es su instrumento técnico” (Jiménez, 2007:10).


Aquí debemos entender a la educación como el proceso mediante el cual se construyen personas, de acuerdo a ciertos esquemas de referencia de una cultura específica, en cambio la pedagogía vendría a ser la encargada de crear o generar los métodos y procedimientos mediante los cuales se conseguirán estas metas y objetivos. Así, tanto las cuestiones teóricas como las prácticas de ambas disciplinas conforman la estructura que contribuye a la reproducción de una tradición cultural, en nuestro caso la moderna. Dependerá mucho la concepción que tenga la educación moderna acerca del cuerpo humano, para que se determine cuales serán las técnicas para lograr ese objetivo.


“Se pide que nuestros “cuerpos de hoy” sean funcionales, perfectos, ágiles y obedientes, administrados por los discursos burocráticos, médicos, jurídicos y deportivos. En la misma medida que deben estar informados respecto a cada uno de estos elementos, deben hacerlo bajo la mirada de una entidad educativa pública o privada, de modo que la pedagogía ya no es moral sino un reemplazo. Es una teoría práctica sobre el “cuerpo humano” que lo acondiciona a las necesidades del presente y a sus fines; que lo ubica en un establecimiento educacional o de trabajo haciéndolo funcional y productivo; que lo enseña a regular su duración mediante la disciplina de hábitos alimenticios, educación sexual, gimnasia; que lo hace más competitivo, “más alto, más fuerte, más rápido” (Jiménez, 2007:11-12).


En este tipo de concepción de la persona, la discusión sobre los valores, la moral, la ética, quedan como cuestiones pendientes o poco importantes. En este esquema lo que importa es que se respete el circulo de aprobación entre compañeros y jefes, aquí la educación y la pedagogía son instrumentos de una “metafísica de la reproducción social” imperante.


La idea que habla de un requerimiento de apegarse a cierto tipo de producción u operación de la sociedad, tiene sus orígenes en la teología cristiana ya de la Edad Media y los posteriores intentos por promover este enfoque por parte de la Ilustración; poco después el protestantismo y la contrarreforma jesuita, no hacen más que reafirmar esta tendencia, así los conceptos de persona, progreso, salud, salvación, inmortalidad, seguirán presentes en los discursos de los humanistas e ilustrados y llegará hasta los positivistas del siglo XIX, que en el caso de México, tuvieron influencia en muchos ámbitos de la vida socio-política y cultural.


Los temas tratados anteriormente deben ser el punto de partida de una reflexión más amplia que debemos de hacer todos los que nos dedicamos a la docencia, la clave está en que queramos seguir promoviendo un esquema individualista, basado en la eficiencia, la visión empresarial de la educación o promover aquella perspectiva que defiende al individuo en tanto persona, integrante de una comunidad, que tiene derechos y que no sólo es una máquina para producir bienes de consumo, sean estos materiales o simbólicos.


Medidas como las tomadas por el gobierno federal que impulsó las reformas del sistema de bachillerato, donde se eliminan las disciplinas filosóficas de los planes de estudio de dicho nivel educativo (La Jornada 22/abril/2009), nos muestra que no existe el interés por enseñar y discutir en los salones de clase y en otros espacios la importancia de la triada cuerpo-alma-espíritu, que en último término es la base del quehacer educativo.


Bibliografía

Jiménez Jiménez Luis Felipe (2007) En los albores del

sujeto pedagógico. UAZ-Porrúa. México.

Ornelas Carlos (1997) El sistema educativo mexicano.

CIDE-FCE. México.

jueves, 2 de abril de 2009

ENSAYO sobre educación y democracia


R e v i s t a E l e c t r ó n i c a d e E d u c a c i ó n A ñ o 5 N o . 4 8 N o v i e m b r e - D i c i e m b r e 2 0 0 8
ESCUELA SECUNDARIA
www.escuelasecundaria.dnsalias.com
El Referente de la Educación Secundaria en México

Manuel Hernández Pérez
Sociólogo e historiador. Profesor de la Facultad de
Sociología-SEA de la Universidad Veracruzana


EDUCAR PARA LA DEMOCRACIA


Introducción

Para que exista una verdadera participación democrática se necesita formar y educar ciudadanos. Esta es una tarea que le corresponde a la sociedad entera, pero para realizar esta gigantesca labor, es preciso tener en cuenta el contexto económico, político y socio-cultural en donde se desea llevar a cabo. Mucha de la indiferencia que se vive en la actualidad por parte de los jóvenes (secundaria, preparatoria, universidad) es provocada por la cultura a la carta que se vende por televisión y por los medios electrónicos (Internet, señal satelital, televisión); donde se difunde la idea de una vida fácil, donde no importan los demás, sino, sólo satisfacer sus propios deseos y metas. Esto deriva en un individualismo que no permite una convivencia tolerante y plural de las demás ideas y formas de vida.

Muchos espacios de la vida pública han caído en la trampa de aquella premisa consumista: “Consumir para ser más importante”. Esta situación es constatable en la forma que actúan los jóvenes estudiantes ante las exigencias de sus comunidades para participar e involucrarse en la transformación social. También se nota en el tedio que muestran a participar en actividades comunitarias y de compromiso social. Muchos ni siquiera acuden a votar y sienten una aversión hacia los partidos políticos.

La poca participación de los jóvenes en la vida pública, se debería entonces a razones que tienen que ver con la cultura que aprenden donde viven y también a que las instituciones encargadas de promover una cultura participativa y democrática (escuela, familia, autoridades) no practican los valores de la democracia. Desde mi punto de vista el dicho aquel que sentencia “Las palabras vuelan pero el ejemplo arrastra”, sigue siendo válido; podemos dar cursos o talleres, elaborar proyectos muy bonitos, pero si institucionalmente no se vuelven norma, hábito y costumbre, la participación quedará en lo electoral y lo inmediato. México requiere de instituciones fuertes, no de grupos dispersos por todo el país, gritando que debemos ser más democráticos; mientras México no sea un país de leyes e instituciones y éstas no se respeten, todo seguirá siendo “Una voz que clama en el desierto”.

A continuación presento algunas reflexiones acerca de la relación entre educación y democracia y la importancia que tienen para que nuestras comunidades tengan mejores condiciones de vida.

La importancia de educar para la democracia

El filósofo español Fernando Savater plantea que los peores enemigos de la democracia es la conjugación de la miseria con la ignorancia y agrega al respecto: “…No puede haber una auténtica democracia si no hay personas capacitadas para manejarla de forma crítica, para usar sus garantías, para utilizar sus instituciones, para exigir de los gobernantes la limpieza y la adecuación a sus funciones que naturalmente hay que pedirles. Entonces, la educación es aquello que permite utilizar la democracia” (Savater; 1995).

Esto que nos plantea Savater es nodal, porque nos convoca, a quienes nos dedicamos a la docencia, a meditar acerca del papel que desempeñamos en la formación de los futuros ciudadanos que respondan a los problemas y retos de una “sociedad moderna” y con la capacidad de comprender las razones de los demás con los cuales convive.

Debemos tener en cuenta que la democracia no es un elemento natural, sino que, es un producto de relaciones sociales, que se va construyendo y que por lo tanto hay que enseñar a los ciudadanos a utilizarla y darle buen uso y creo que allí reside la importancia del papel que desempeña el maestro, establecer las condiciones para que la democracia se desarrolle entre sus alumnos. De allí deriva que tenemos que concebir a la democracia como un instrumento o herramienta que ayuda a cambiar nuestra realidad, pero esto dependerá de cómo sea utilizada. Y como la democracia no resuelve por si misma todos los problemas, los ciudadanos deben prepararse para exigir sus derechos, pero también para respetar las normas, leyes y también conocer los mecanismos para elegir a las personas más idóneas para representar sus intereses.

La democracia no puede resolver todo los problemas queexisten en nuestra sociedad, pero también debemos recordar que para solucionar cualquier problema debemos de partir de principios democráticos y aquí la educación vuelve a aportar su granito de arena, al formar ciudadanos que racionalmente valoran y sopesan su participación en la sociedad donde les toca vivir.

Por ello para que la educación que se imparta sea una educación para la democracia, ésta tiene que ser crítica, no puede reducirse a una trasmisión de una serie de esquemas dogmáticos o canónicos. Los temas, que siempre debemos defender y no dejar de lado, serían aquellos referentes a los derechos humanos, a los valores fundamentales que tienen que ver con la paz, la tolerancia, la justicia, la igualdad, ser solidarios; en esto siempre debemos ser tenaces. Por ello toda sociedad educa a las futuras generaciones en aquellos valores que desea perpetuar, que la ayudan a reproducirse sin dañarla.

La democracia como proceso socialmente construido

Para que la democracia se dé, también tiene que haber una educación democrática y ésta se construye, no se da de forma natural o por generación espontánea, es resultado de una intrincada red de relaciones e interacciones sociales.

La mejor manera para aprender a ser democráticos es aprendiendo de los demás, sobre todo cuando de enseñar prácticas democráticas a los niños o jóvenes se trata. En primer lugar estarían los políticos, que con sus prácticas mandan mensajes cifrados o muy evidentes de cómo se debe actuar en la vida pública, en segundo lugar estarían los medios de comunicación, pues tienen un papel central en la forma en que se trasmiten los mensajes hacia la población y de ellos depende que sean lo más objetivos posibles para que ayuden al ciudadano a crearse una opinión más cercana y veraz de los problemas sociales.

También las personas aprenden a ser democráticos viendo que los demás se organizan para resolver sus problemas cotidianos. Pero la escuela también tiene una responsabilidad en la construcción de la democracia, sobre todo en tiempos difíciles como los relatados en la introducción de este trabajo, Gilberto Guevara Niebla nos lo plantea de la siguiente manera:”Pero creo también que la escuela tiene un papel importante en la educación de los ciudadanos, y que una escuela -preescolar, primaria, secundaria- como la universidad, forma líderes, y debemos preocuparnos por que forme líderes democráticos. Nos preguntamos cómo formar en la universidad líderes democráticos, aquí hay que resolver varios problemas: primero necesitamos que la universidad genere conciencia ciudadana, es importante no negar que a nivel universitario los educadores tenemos una responsabilidad –en preparatoria sobre todo pero también en la licenciatura- ya que está ocurriendo algo con los jóvenes que cada vez posponen más su ingreso a la madurez, a la vida ciudadana; lo que tenemos son unos jóvenes de los que se habla de una especie de complejo de Peter Pan, o sea los niños que quieren ser siempre niños, que cumplen 18, 20, 22, 25, 30 años y quieren seguir siendo niños, seguir viviendo en casa de papá y tener la protección de papá y mamá porque tienen miedo; este es un fenómeno actual, y lo que ocurre en realidad es que esta infantilización va asociada a muchas otras cosas” (Guevara;2005). El tipo de inteligencia de los jóvenes de hoy es más dúctil y con mucha facilidad cambian los patrones de conducta dependiendo de sus intereses y necesidades y no tanto como respuesta a los requerimientos de la sociedad donde viven.

El principal problema que se enfrenta al momento de iniciar esta empresa de educar para la democracia, es que nuestra sociedad y el sistema educativo son de corte autoritario, algunos analistas de este sistema en México nos plantean que desde la primaria hasta la universidad
existen elementos adversos para impulsar este proyecto, donde se forme y eduque a los futuros ciudadanos en los valores de la democracia (Ornelas, 1997; González, 2001). Existen relaciones sociales que determinan la producción y reproducción del conocimiento en los centros educativos, las relaciones del maestro con la burocracia institucional, la dependencia y control por parte de los sindicatos, las relaciones con el entorno que rodea al trabajo docente, los malos salarios, la figura que ha creado el imaginario colectivo estatal en torno a la figura del maestro, como constructor de la nación e impulsor del desarrollo, pero que en ocasiones no cuenta con lo mínimo para realizar sus labores. Ello no quiere decir que no existan personas que estén formando con los recursos que tienen a la mano para educar en la democracia, en la realidad encontramos a maestros, padres de familia, instituciones, ONG´s, involucradas en esta causa. Pero lo que no podemos dejar de lado al momento de pensar cómo educar en la democracia, es que, este proceso es una construcción social, donde entran muchos actores y circunstancias, de lo contrario cualquier proyecto fracasará.

El reto que hoy se nos presenta tiene que ver con la necesidad de revisar como está funcionando el sistema educativo en su conjunto y también revisar el tipo de democracia que queremos, porque con tanta desigualdad y pobreza en el país, algo no está funcionando. Hoy se habla mucho de “calidad de la educación” dentro de los nuevos proyectos de modernización educativa, pero Guevara Niebla nos advierte que “…Las palabras calidad educativa no abarcan necesariamente la educación cívica, no abarcan la necesidad o la obligación del profesor de formar niños autónomos, autosuficientes, críticos, libres, etc. Calidad es una palabra que viene de la economía y que se refiere sobre todo a los aspectos técnicos e instrumentales de la educación” (Guevara,
2005).

Este enfoque gerencial y tecnocrático no sería la vía para sentar las bases de un nuevo sistema educativo alternativo. Suena más a un esquema de control foucaultiano, donde las políticas y técnicas de ordenamiento escolar que vienen desde los centros de mando y que se deben hacer efectivas entre maestros y alumnos, son las reglas de oro de la calidad y excelencia educativa.

La democracia como forma de vida

La democracia no debe ser vista sólo o únicamente como un método de elección de representantes, es decir, un sistema jurídico-electoral donde la participación de los ciudadanos sólo se limita a ir a depositar su voto el díade las elecciones.

La democracia debe ser vista como “una forma de vida” en toda la extensión de la palabra, esto quiere decir que debe estar presente en todos los microespacios de la sociedad. Desde el seno de nuestros hogares, hasta el trato patrón-empleado, todas las relaciones sociales deben estar permeadas por los valores de la libertad, la responsabilidad, la igualdad, tolerancia, justicia, el pluralismo y la participación ciudadana (Salazar y Woldenberg, 1997).

En este proceso de construir la democracia como forma de vida el factor educación es central, sobre todo cuando una generación trasmite a otras aquellos valores que considera esenciales para seguir reproduciéndose de forma segura. Por ello los ciudadanos adultos no podemos olvidar esta tarea de apoyar no sólo a los hijos, sino también a sus maestros, Guevara niebla lo plantea de la siguiente manera: “En una sociedad democrática, los ciudadanos adultos además de elegir a sus gobernantes tienen derecho a decidir cómo se va a educar a la nueva generación de ciudadanos, si los ciudadanos adultos volvemos la espalda a esa obligación y ese derecho, la facultad de educar a los nuevos ciudadanos se diluye y eso es lo que está ocurriendo en México, los ciudadanos no nos damos por enterados de la obligación y el derecho que tenemos de educar a los ciudadanos.

Los padres de familia dejan a los niños en la escuela a las ocho y los recogen a la una, pero se preocupan muy poco por saber qué les enseñan, qué están viviendo, qué valores están adquiriendo, qué conocimientos, etc., y mucho menos se responsabilizan de apoyar la vida escolar y de ayudar a resolver los problemas de la escuela; en consecuencia tenemos una ciudadanía que no está cumpliendo su responsabilidad ni ejerciendo su derecho de educar” (Guevara, 2005).
El ejemplo que nos pone Guevara Niebla es ilustrativo de cómo podemos contribuir a que la democracia sea una forma de vida muy real y cotidiana.

Conclusión

Concluyo citando nuevamente a Savater: “Muchas veces he dicho que la educación es el instrumento para luchar contra la fatalidad social, contra esa fatalidad que hace que el hijo del pobre siempre tenga que ser pobre, que el hijo del ignorante siempre tenga que ser ignorante.
La educación, precisamente, lucha contra esto, produce un cambio y permite que la fatalidad social se rompa, y eso es lo que el Estado tiene que garantizar, que la educación llegue a todo el mundo, que los profesionales de la educación estén tratados de una manera digna, que
tengan los elementos necesarios” (Savater, 2005).

Es verdad, si no logramos romper el círculo vicioso de pobreza e ignorancia, jamás lograremos que nuestros pueblos sean democráticos, es decir, que no sólo participen en los procesos de selección de sus gobernantes y se interesen por los asuntos públicos, sino que también, tengan acceso a una vida digna, con empleos y salarios justos. No se puede concebir la democracia electoral, sin la democracia social.

Bibliografía
Chomsky Noan y Heinz Dieterich (1997) La sociedad global.
Educación, mercado y democracia. Joaquín Mortiz. México.
González Casanova Pablo (2001) La Universidad necesaria en el
siglo XXI. Siglo XXI. México.
Guevara Niebla Gilberto, Conferencia Magistral. Foro Internacional
“Educación, política y democracia”, Feria Internacional de
Libro Universitario de la Universidad Veracruzana 12 de
Septiembre de 2005.
Ornelas Carlos (1997) El sistema educativo mexicano. FCE. México.
Savater Fernando, Conferencia Magistral. Foro Internacional
“Educación, política y democracia”, Feria Internacional de
Libro Universitario de la Universidad Veracruzana 13 de
Septiembre de 2005.
Salazar Luis y José Woldenberg (1997) Principios y valores de la
democracia. Cuadernos de Divulgación de la Cultura
Democrática. Núm. 1, IFE.

jueves, 26 de marzo de 2009

ENSAYO sobre la docencia


EL PAPEL DEL MAESTRO

EN LA CONSTRUCCIÓN DE UNA SOCIEDAD

Nancy Alejandra Ortiz Ochoa

Alumna de Sociología SEA UV

Educadora Rural


La primera e ineludible tarea de la educación

es enseñar un conocimiento capaz de criticar el propio conocimiento.

Debemos enseñar a evitar la doble enajenación:

la de nuestra mente por sus ideas y

la de las propias ideas por nuestra mente.

Edgar Morin


El Texto que presento a continuación, son reflexiones que surgen a partir de mi experiencia y observación como educadora en una comunidad rural en el estado de Veracruz; el interés por la sociología brota paralelamente al tratar de entender los procesos sociales que se generan a mi alrededor; como el día que me dieron una hoja de representación y con ello la tarea de fundar un jardín de niños en una comunidad casi inaccesible, sin instalaciones, mobiliario, material didáctico y sobre todo sin niños. Ese día comprobé que nuestro sistema educativo estaba peor orquestado de lo que imaginaba. Con ello también cambio un poco mi concepción de los maestros.


Ordinaria concepción de Maestro: Tratar de explicar y valorar la función docente dentro de un sistema educativo que contribuye a la construcción de una sociedad, no es una actividad sencilla. Para empezar, porque es difícil erradicar un concepto cargado de estereotipos y lugares comunes negativos que la mayoría de las personas tienen acerca de los docentes y más por cuanto se trata de una concepción basada en la observación superficial del ensayo y el doble error de los maestros.


Considero que debemos concebir al docente como un ser individual con carencias y necesidades, que posee actitudes y habilidades como cualquier otro ser humano, las cuales lo distinguen y hacen diferente de otros docentes. No menciono los defectos particulares, pues estos, por actitud consuetudinaria son juzgados diariamente.


Si bien es cierto que el maestro es un sujeto de suma importancia en el proceso educativo, también es cierto que no es el único ni, por asomo siquiera, el más importante. En consecuencia, no es el principal culpable de nuestra mala educación.


Como muchos otros sectores de nuestra sociedad, el cuerpo denominado Magisterio está atestado de escollos casi imposibles de librar. En ocasiones, algunos docentes, sobre todo recién egresados, se convierten en ilusos guerreros al tratar de luchar contra las instituciones previamente estructuradas y los vicios ya legitimados. Desafortunadamente el tiempo suele ser, en este caso, el peor aliado, pues la mayoría llegan a ser devorados por el aparato escolar.


No utilizaré estas líneas para redimir o sentenciar a los docentes, máxime que son seres amados y odiados hasta el hastío, sino para tratar de entender su rol en nuestra sociedad.


Rol del docente: Como parte de una estructura a los docente les corresponde el rol de reproductores de la sociedad, muchas veces sin quererlo ni estar plenamente conciente de ello. Esta reproducción pretende ser de clases sociales, de la ideología dominante, de políticas públicas o sencillamente de una sociedad acorde a los intereses políticos del momento, es decir, conveniente al modelo económico que posea nuestro país actualmente. Pierre Bordieu y Jean Claude Passeron, en su libro La reproducción de la educación, analizan el papel simbólico del aparato escolar y los autores exponen que las relaciones de aprendizaje, los contenidos, las evaluaciones y el lenguaje ayudan a reproducir una sociedad dominante, afirmando que la educación es un medio de reproducción. La educación sistematizada tiene entre sus tareas reproducir patrones sociales, que se reproduzcan o no, dependerá del contexto en el que se desarrolle la educación y la persona que este inmersa en él.


En cuanto al rol del maestro, sucede que el docente no cobra verdadera conciencia de su papel y se vuelve un cuidador de esa reproducción social, sin conciencia ni participación genuina en ese proceso, mientras se ve controlado por un sistema educativo manipulador, enajenante y tecnócrata. Sin darse cuenta (o tal vez sí) que su participación no pensada es una especie de acción que contribuye principalmente a algo totalmente diferente de lo que se puede llamar educación.


El quehacer docente es una actividad que requiere preparación constante, carácter, actitud, tenacidad, creatividad, vocación y mucha paciencia para sobrellevar adecuadamente la misión asignada. Todo maestro que se precie de serlo sabe perfectamente esto: “educar no es tarea fácil”.


Dichos maestros aunque sean entes distintos, lo quieran o no, deben conformar una unidad sistemática para cumplir planes y objetivos afines.


Los objetivos afines: Son marcados por programas donde, la mayoría de las veces, quienes los elaboran no están en contacto con la realidad que vive el común denominador de los maestros. Con frecuencia, el docente encuentra estos objetivos –y las estrategias para llevarlos a cabo– difíciles, ininteligibles e incluso incongruentes con la situación vivida en su centro de trabajo. Esta situación se da porque la mayoría de los planes de estudios son copias fieles o infieles de planes extranjeros, implementados y dirigidos arbitrariamente sin un previo análisis y sustento teórico metodológico. Esto provoca que el engranaje –por llamarlo de alguna manera- de la educación no marche como algunos quisiéramos.


Engranaje mal ensamblado: Lamentable o afortunadamente –pues la crítica contribuye en el mejoramiento de las cosas–, hay gente que opina que su educación fue interrumpida por sus años escolares; otros, más burda y cruelmente, han expresado que después de la escuela no saben cómo son capaces aún de seguir pensando. ¿Respondió la educación a los intereses particulares de ésas personas? Evidentemente no.


La crisis educativa no sólo se ha vivido ni se vive en nuestro país: grandes naciones han enfrentado y sobrevivido a un viejo sistema educativo. Pero en nuestro país, la disposición de todos los componentes de la educación, la hace proclive al fracaso o, simplemente, a no obtener los resultados deseados.


Aunado a esto tenemos la rutina, las condiciones paupérrimas de los centro de trabajo, el bajo salario, los salarios desiguales que hay en el mismo sector, el escaso material didáctico, el poco apoyo por parte de las autoridades gubernamentales, la insuficiente preparación que se recibe de los mandos educativos, los interminables tramites burocráticos que parecen ser más importantes que la educación misma, las organizaciones sindicales que se convirtieron en cotos de poder que benefician sólo a unos cuantos, alumnos desinteresados en su educación, padres solapadores y más desinteresados aún, y por último y no menos importante, la poca disposición de los mismos docentes para renovarse día a día.


También hay que mencionar que en el mundo docente uno de sus peores enemigos puede ser la mentalidad antediluviana, oficialista y tecnócrata del mismo maestro, alentada y organizada principalmente desde las propias supervisiones escolares y sus mandos superiores, lo que convierten a ésta, una de las profesiones que debieran ser más nobles y hermosas, en una actividad mecanizada, guiada por la comisión y la aceptación.


Preguntas sin respuesta: Tomando en cuenta esto, me pregunto: ¿La educación que proporcionan los maestros debe responder a intereses políticos, sociales y económicos de algunos, aunque las necesidades del educando y de la sociedad sean completamente opuestas a dichos intereses? ¿Deberá corresponder esta educación a paradigmas educativos en boga aunque éstos se postulen en países diferentes al nuestro? ¿Cada maestro deberá decidir qué parte de la sociedad quiere reproducir? Esto me lleva a cuestionarme aun más si los docentes son aptos para tomar este tipo de decisiones o simplemente deberíamos tratar de responder a los intereses particulares del educando. Me gustaría quedarme con lo último: creo que la educación debe ser útil en la vida del educando y a través de ello, serlo para nuestra sociedad. Ojo: con esto me refiero a una sociedad libre en pensamiento, sin cortinas de humo tratando de ocultar nuestra realidad, mientras que por educando entiéndase un ser humano en toda la extensión de la palabra, con derechos, responsabilidades y aspiraciones.


Tal vez una solución a los objetivos y planes “desfasados” sería que cada maestro elaborara objetivos propios que partieran de y dieran respuestas a las necesidades e intereses presentados por los alumnos en determinado contexto. En teoría, esto se hace. Pero, ¿qué tan comprometidos, informados y capacitados están los docentes para llevar satisfactoriamente esto acabo? Ahora, ¿qué tan preparada está la sociedad para que se nos eduque apegados, digamos, a la verdad, la igualdad y la tolerancia? ¿Se imaginan a un maestro de primaria diciéndole a sus alumnos que la guerra de independencia fue iniciada por los criollos para beneficiar más a los de por sí ya beneficiados? ¿Que los niños héroes, ni eran niños, ni fueron héroes, es más, que ni existieron (como se especula últimamente)? ¿Cómo se le explica a un niño que en un país como el nuestro es más valorado un patiño de televisión que un ser pensante? Claro, esto es consecuencia de una educación impartida desde el estado para una sociedad desinteresada en la educación. Así que, en ese sentido, también nos falta madurar como sociedad, entender que nuestra educación es una responsabilidad compartida. Tal vez esto se interprete que mi discurso es a favor de la privatización de la educación, algo totalmente falso, sin embargo, considero que el estado debería estar más preocupado en impartir una educación apegada a los valores humanos, como la verdad, honestidad y la tolerancia, que contribuya además al desarrollo cognitivo del educando.


Última reflexión: Ser docente, médico, ingeniero o reportero en este país siempre será tarea difícil, ya que hay que luchar -todavía más- contra nuestra propia idiosincrasia heredada y plagada por años de corrupciones y excesos. Desde mi punto de vista, ese es nuestro mal desde hace algunos siglos. Un cambio se lograría con una revolución mental, es decir, proporcionando realmente una educación para la vida. Nuestros gobiernos se tendrían que preocupar más en invertir en una buena educación para todos que en sufragar banalidades particulares de unos cuantos. A los maestros corresponde prepararse constantemente, tener disposición de aprender y enseñar, adquirir o poseer ciertas habilidades útiles para su función, entre ellas capacidad crítica, inteligencia y vocación; a nosotros como sociedad, exigir una educación realmente de calidad. Pero, mientras no seamos lo suficientemente críticos y analíticos para poder distinguir qué es calidad o no, no sabremos qué exigir. Mientras tanto, nuestros maestros seguirán impartiendo una educación mecanizada, nuestros gobiernos seguirán manipulando la educación y nosotros impávidos dejaremos pasar el tiempo.



BIBLIOGRAFÍA

Gonzáles, Rivera Guillermo, Torres, Carlos Alberto. Sociología de la Educación. Edit. Pax. Méx.

Durkheim, Émile. Educación y sociología, Colofón S.A. de C.V.

Vazquez, Josefina Zoraida (coordinadora). Interpretaciones de la Independencia de México. Edit. Patria S.A. de C.V., Méx. 1997.


foto: Nancy Ortiz

jueves, 19 de marzo de 2009

ARTÍCULO sobre educación en valores


EDUCANDO PARA LA VIDA

Por Nancy Alejandra Ortiz Ochoa, Educadora y Socióloga


Tratar temas sobre educación en una formación sociológica no es para nada descabellado, pues son ciencias humanas que comparten objetivos a fines, ya que tanto la sociología como la educación pretenden aportar herramientas para la vida del ser humano que sean útiles a nuestra sociedad. La sociología es una ciencia que se interesa por los procesos sociales en masa y la educación por el desarrollo personal de cada individuo, por lo menos en el sentido más noble de la educación; es decir, ambas ciencias son parte fundamental en el desarrollo de un país.

Cuando hablamos de educación se debiera entender por una apegada a valores humanos, pues el fin mismo de la educación es promoverlos y con ellos promover una adecuada convivencia entre las personas y por ende una mejor sociedad.

Históricamente la educación se ha centrado en la adquisición de conocimientos y desarrollo cognitivo, dejando rezagado el plano moral, lo ético y lo humano, si a esto le añadimos que la sociedad de consumo ha dejado una crisis en lo valorar vemos necesario hablar del asunto.

La educación institucional o no, siempre estará orientada a educar bajo un esquema de valores. No es posible educar sin formar valores, pues los alumnos, sobre todo los de educación básica, están constantemente imitando a sus semejantes, como amigos, padres y maestros.

A la educación formal (pues se puede controlar) se le demanda mayor compromiso en el plano moral, para poder formar en la sociedad un sentido democrático, ética política, actitud responsable, valores humanos, respeto a los demás, tolerancia a lo diferente, equidad, y un sin fin de cualidades éticas que se requieren para formar las nuevas generaciones.

En el libro “La formación de valores en la educación básica” de Sylvia Schmelkes, sostiene que una sociedad altamente educada “será una población capaz incluso de juzgar críticamente el rumbo del desarrollo económico, de proponer vías de bienestar social y de innovar desde lo productivo”[1] se refiere a estar educada en un sentido más practico y humano, como por ejemplo, cuidado del medio ambiente, consumo inteligente, utilizar tiempo libre creativa y productivamente, identidad cultural y nacional, formar una sociedad inteligentemente democrática, conocedora de los derechos humanos, capaz de entender los cambios para poder enfrentarlos y sobre todo con un juicio ético y moral.

La sociedad demanda una educación de calidad, pero por calidad se está entendiendo a la satisfacción de elementos un tanto burgueses más que educar de manera congruente a necesidades sociales. Desde mi punto de vista, una educación de calidad requiere maestros capaces de transmitir conocimientos, fomentar y desarrollar capacidades de manera ética.

LA EDUCACIÓN Y LA GLOBALIZACIÓN

La globalización es una característica de los tiempos que corren ya afecta a la vida de todos los individuos del planeta y con mayor razón afecta la educación, se globaliza el conocimiento al haber un proceso de desiminación más veloz, se globalizan los aportes culturales, se globaliza la discusión ética. Pero también se globaliza la pobreza, la riqueza, la economía subterránea, lo ilícito, lo criminal, la marginalidad, el narcotráfico, etc.

La globalización ha penetrado hasta los ámbitos más cerrados y la educación ha sido vulnerable a ella tanto en lo positivo como en lo negativo, la educación tiene dentro de sus tareas a futuro educar para un mundo competitivo, para la participación de una sociedad democrática y para formar valores y con ello se pretende la formación de individuos con juicios autónomos, ciudadanos democráticos que comprendan su contexto.

LA FORMACIÓN VALORAL Y LA CALIDAD DE EDUCACIÓN

En el texto Sylvia Schmelkes afirma “la educación de calidad no es posible si ésta educación no incluye la formación valoral, al mismo tiempo que no puede existir la formación en valores si no hay educación de calidad” para explicar con mayor detenimiento esto, la autora presenta algunos puntos que a continuación se retomaran en el presente texto.

1. La educación de calidad no es posible si la educación no incluye la formación valoral.

Actualmente se mantiene esta educación de manera poco transparente y clara, regularmente se encuentra uno lo que le han llamado la curricula oculta, que es la intención formativa, moral y valoral que posee cada institución y ella esta supeditada a los intereses particulares de quienes dirijen las instituciones, sobre todo las particulares. Pero al permanecer oculta, se atenta contra la calidad de la educación, pues se corre el riesgo de deformarla, a su vez la evaluación de ella se vuelve mucho más difícil de lo que ya es.

2. Si la escuela no forma valoralmente, descuida la función socializadora

La escuela es un agente importante en la socialización de las personas el cual implica reconocimiento y valoración del pluralismo, aunque actualmente esta socialización se da de manera caótica, además que la escuela se enfrenta a otros agentes socializadores más llamativos e influyentes, dejando de cumplir de algún modo con la calidad de la educación.

3. Si la escuela forma de manera caótica, será incapaz de desarrollar armónicamente las facultades del ser humano.

El desarrollo del ser humano es o debería ser armónico, es decir, todos los aspectos que lo componen, como lo son el aspecto cognitivo, afectivo, físico y social, deberían evolucionar a la par del otro, pues se interconectan en muchos aspectos y sólo con el desarrollo adecuado de estas áreas se puede hablar de una personas sana y desarrollada tanto física, mental y emocionalmente. Pero si la educación sólo se centra en el aspecto cognitivo se descuida un aspecto de la personalidad igual de importante para la evolución de una persona.

4. Si la escuela no forma apegada a valores, se carece de bases para exigir ética en los procesos de desarrollo, político, económico y cultural.

La sociedad se encuentra muchas veces en la posición de exigir transparencia en los procesos políticos, sin embargo, muchas veces no nos percatamos que somos parte de una maquinaria que funciona mal, pero funciona mal porque cada una de las personas que la componen no hacen lo que tiene que hacer como lo deberían de hacer. Es por ellos que para exigir transparencia y legalidad en cualquier proceso aunque sea pequeño, es importante que nosotros mismos estemos apegados a lo que demandamos, y solo se lograra un sociedad éticamente aceptable, si se educa apegado a los valores humanos.

En el texto se afirma que el tema de los valores, se considera algo íntimo y por tal motivo la educación no ejerce abiertamente su obligación de promoverlos, siendo una responsabilidad compartida, que abarca la formación de los docentes y los objetivos y planes de estudios.

FORMANDO EN VALORES

Sylvia Schmelkes da un serie de pistas (como ella las llama) que ayudan a educar en valores, menciona dos condiciones la primera es el trabajo con los docentes, “Los maestros tienen que estar formados valoralmente antes de pretender formar a los alumnos en esta dimensión”[2], se trata de que los maestros vivan del modo que pretenden enseñar, sean parte del proceso y no se quede la educación valoral en el plano discursivo.

La segunda condición trata sobre la importancia de que la estructura escolar se vuelva una fuente de formación valoral, que permita vivir situaciones de decisión moral y a su vez se favorezca el desarrollo cognitivo.

Entre las estrategias que la autora menciona como fundamental para el desarrollo del juicio moral, se encuentra: el establecimiento de un clima, el análisis crítico, asumir roles de otros, sentido del pluralismo, responsabilidad en la resolución de problemas, se menciona que la edad ideal para el desarrollo del juicio moral es la adolescencia, a partir de los 11 años, y la escuela tiene el deber de facilitar todo el ambiente necesario para el desarrollo de lo ético y moral. La formación valoral debe ser preocupación de la educación básica, explicitar el tipo de educación y vivirla diariamente.

EDUCAR PARA LA SOLIDARIDAD

La solidaridad tiene que ver con la comprensión de nuestro próximo, sentir empatía, compromiso, formar un sentido de justicia, respeto y compasión. “…educar para la solidaridad es educar en los valores fundamentales que las principales filosofías, religiones, y la humanidad entera ha venido definiendo para sí misma. Educar en solidaridad es educar en valores.” [3]

Existen muchos entes que se encargan de fomentar valores, entre ello se encuentra la familia, la iglesia, la comunidad, la sociedad y especialmente la escuela, pues constituye un espacio de convivencia plural, viviendo los valores cotidianamente, por lo menos en un sentido ideal, pero para ello es necesario que se lo proponga explícitamente, pues de lo contrario no se producirá tal efecto. La escuela debe estar orientada para favorecer la vivencia de la solidaridad, con una actuación congruente de los docentes, implementando planes o programas de solidaridad. Se debe tener a demás que la adquisición de valores es integral y al adquirí uno por ende desencadenará otro.

CONCLUSIONES

Ser herrero, plomero, maestro o sociólogo en nuestro país, es una tarea sumamente difícil, pues en muchas ocasiones no contamos con los recursos necesarios para llevar nuestra labor de la manera más idónea. Sin embargo el quehacer de cada una de las actividades que mantienen en movimiento nuestra sociedad, esta supeditada a la adquisición de valores, de manera oculta o no, y nosotros como individuos vulnerables a adquirir una formación valorar, de manera explicita o encubierta. Es por ello que se hace mucho hincapié en la necesidad de establecer unos objetivos y criterios afines que partan desde la educación básica, para poder tener un control sobre lo que se imparte en la escuela y la manera como se hace.

Comos futuros sociólogos debemos estar muy pendientes de los cambios que se genera a nuestro alrededor, debemos ser sensibles para percatarnos de las necesidades más apremiantes que viven las personas así como prever una formación escolar apegada a valores humanos.

BIBLIOGRAFIA

Schmelkes, sylvia, La formación de valores en la educación básica. SEP, México.


[1] Schemelkes, Sylvia, la formación de valores en la educación básica SEP, México, p 13-29.

[2] Íbidem

[3] Íbidem