jueves, 26 de marzo de 2009

ENSAYO sobre la docencia


EL PAPEL DEL MAESTRO

EN LA CONSTRUCCIÓN DE UNA SOCIEDAD

Nancy Alejandra Ortiz Ochoa

Alumna de Sociología SEA UV

Educadora Rural


La primera e ineludible tarea de la educación

es enseñar un conocimiento capaz de criticar el propio conocimiento.

Debemos enseñar a evitar la doble enajenación:

la de nuestra mente por sus ideas y

la de las propias ideas por nuestra mente.

Edgar Morin


El Texto que presento a continuación, son reflexiones que surgen a partir de mi experiencia y observación como educadora en una comunidad rural en el estado de Veracruz; el interés por la sociología brota paralelamente al tratar de entender los procesos sociales que se generan a mi alrededor; como el día que me dieron una hoja de representación y con ello la tarea de fundar un jardín de niños en una comunidad casi inaccesible, sin instalaciones, mobiliario, material didáctico y sobre todo sin niños. Ese día comprobé que nuestro sistema educativo estaba peor orquestado de lo que imaginaba. Con ello también cambio un poco mi concepción de los maestros.


Ordinaria concepción de Maestro: Tratar de explicar y valorar la función docente dentro de un sistema educativo que contribuye a la construcción de una sociedad, no es una actividad sencilla. Para empezar, porque es difícil erradicar un concepto cargado de estereotipos y lugares comunes negativos que la mayoría de las personas tienen acerca de los docentes y más por cuanto se trata de una concepción basada en la observación superficial del ensayo y el doble error de los maestros.


Considero que debemos concebir al docente como un ser individual con carencias y necesidades, que posee actitudes y habilidades como cualquier otro ser humano, las cuales lo distinguen y hacen diferente de otros docentes. No menciono los defectos particulares, pues estos, por actitud consuetudinaria son juzgados diariamente.


Si bien es cierto que el maestro es un sujeto de suma importancia en el proceso educativo, también es cierto que no es el único ni, por asomo siquiera, el más importante. En consecuencia, no es el principal culpable de nuestra mala educación.


Como muchos otros sectores de nuestra sociedad, el cuerpo denominado Magisterio está atestado de escollos casi imposibles de librar. En ocasiones, algunos docentes, sobre todo recién egresados, se convierten en ilusos guerreros al tratar de luchar contra las instituciones previamente estructuradas y los vicios ya legitimados. Desafortunadamente el tiempo suele ser, en este caso, el peor aliado, pues la mayoría llegan a ser devorados por el aparato escolar.


No utilizaré estas líneas para redimir o sentenciar a los docentes, máxime que son seres amados y odiados hasta el hastío, sino para tratar de entender su rol en nuestra sociedad.


Rol del docente: Como parte de una estructura a los docente les corresponde el rol de reproductores de la sociedad, muchas veces sin quererlo ni estar plenamente conciente de ello. Esta reproducción pretende ser de clases sociales, de la ideología dominante, de políticas públicas o sencillamente de una sociedad acorde a los intereses políticos del momento, es decir, conveniente al modelo económico que posea nuestro país actualmente. Pierre Bordieu y Jean Claude Passeron, en su libro La reproducción de la educación, analizan el papel simbólico del aparato escolar y los autores exponen que las relaciones de aprendizaje, los contenidos, las evaluaciones y el lenguaje ayudan a reproducir una sociedad dominante, afirmando que la educación es un medio de reproducción. La educación sistematizada tiene entre sus tareas reproducir patrones sociales, que se reproduzcan o no, dependerá del contexto en el que se desarrolle la educación y la persona que este inmersa en él.


En cuanto al rol del maestro, sucede que el docente no cobra verdadera conciencia de su papel y se vuelve un cuidador de esa reproducción social, sin conciencia ni participación genuina en ese proceso, mientras se ve controlado por un sistema educativo manipulador, enajenante y tecnócrata. Sin darse cuenta (o tal vez sí) que su participación no pensada es una especie de acción que contribuye principalmente a algo totalmente diferente de lo que se puede llamar educación.


El quehacer docente es una actividad que requiere preparación constante, carácter, actitud, tenacidad, creatividad, vocación y mucha paciencia para sobrellevar adecuadamente la misión asignada. Todo maestro que se precie de serlo sabe perfectamente esto: “educar no es tarea fácil”.


Dichos maestros aunque sean entes distintos, lo quieran o no, deben conformar una unidad sistemática para cumplir planes y objetivos afines.


Los objetivos afines: Son marcados por programas donde, la mayoría de las veces, quienes los elaboran no están en contacto con la realidad que vive el común denominador de los maestros. Con frecuencia, el docente encuentra estos objetivos –y las estrategias para llevarlos a cabo– difíciles, ininteligibles e incluso incongruentes con la situación vivida en su centro de trabajo. Esta situación se da porque la mayoría de los planes de estudios son copias fieles o infieles de planes extranjeros, implementados y dirigidos arbitrariamente sin un previo análisis y sustento teórico metodológico. Esto provoca que el engranaje –por llamarlo de alguna manera- de la educación no marche como algunos quisiéramos.


Engranaje mal ensamblado: Lamentable o afortunadamente –pues la crítica contribuye en el mejoramiento de las cosas–, hay gente que opina que su educación fue interrumpida por sus años escolares; otros, más burda y cruelmente, han expresado que después de la escuela no saben cómo son capaces aún de seguir pensando. ¿Respondió la educación a los intereses particulares de ésas personas? Evidentemente no.


La crisis educativa no sólo se ha vivido ni se vive en nuestro país: grandes naciones han enfrentado y sobrevivido a un viejo sistema educativo. Pero en nuestro país, la disposición de todos los componentes de la educación, la hace proclive al fracaso o, simplemente, a no obtener los resultados deseados.


Aunado a esto tenemos la rutina, las condiciones paupérrimas de los centro de trabajo, el bajo salario, los salarios desiguales que hay en el mismo sector, el escaso material didáctico, el poco apoyo por parte de las autoridades gubernamentales, la insuficiente preparación que se recibe de los mandos educativos, los interminables tramites burocráticos que parecen ser más importantes que la educación misma, las organizaciones sindicales que se convirtieron en cotos de poder que benefician sólo a unos cuantos, alumnos desinteresados en su educación, padres solapadores y más desinteresados aún, y por último y no menos importante, la poca disposición de los mismos docentes para renovarse día a día.


También hay que mencionar que en el mundo docente uno de sus peores enemigos puede ser la mentalidad antediluviana, oficialista y tecnócrata del mismo maestro, alentada y organizada principalmente desde las propias supervisiones escolares y sus mandos superiores, lo que convierten a ésta, una de las profesiones que debieran ser más nobles y hermosas, en una actividad mecanizada, guiada por la comisión y la aceptación.


Preguntas sin respuesta: Tomando en cuenta esto, me pregunto: ¿La educación que proporcionan los maestros debe responder a intereses políticos, sociales y económicos de algunos, aunque las necesidades del educando y de la sociedad sean completamente opuestas a dichos intereses? ¿Deberá corresponder esta educación a paradigmas educativos en boga aunque éstos se postulen en países diferentes al nuestro? ¿Cada maestro deberá decidir qué parte de la sociedad quiere reproducir? Esto me lleva a cuestionarme aun más si los docentes son aptos para tomar este tipo de decisiones o simplemente deberíamos tratar de responder a los intereses particulares del educando. Me gustaría quedarme con lo último: creo que la educación debe ser útil en la vida del educando y a través de ello, serlo para nuestra sociedad. Ojo: con esto me refiero a una sociedad libre en pensamiento, sin cortinas de humo tratando de ocultar nuestra realidad, mientras que por educando entiéndase un ser humano en toda la extensión de la palabra, con derechos, responsabilidades y aspiraciones.


Tal vez una solución a los objetivos y planes “desfasados” sería que cada maestro elaborara objetivos propios que partieran de y dieran respuestas a las necesidades e intereses presentados por los alumnos en determinado contexto. En teoría, esto se hace. Pero, ¿qué tan comprometidos, informados y capacitados están los docentes para llevar satisfactoriamente esto acabo? Ahora, ¿qué tan preparada está la sociedad para que se nos eduque apegados, digamos, a la verdad, la igualdad y la tolerancia? ¿Se imaginan a un maestro de primaria diciéndole a sus alumnos que la guerra de independencia fue iniciada por los criollos para beneficiar más a los de por sí ya beneficiados? ¿Que los niños héroes, ni eran niños, ni fueron héroes, es más, que ni existieron (como se especula últimamente)? ¿Cómo se le explica a un niño que en un país como el nuestro es más valorado un patiño de televisión que un ser pensante? Claro, esto es consecuencia de una educación impartida desde el estado para una sociedad desinteresada en la educación. Así que, en ese sentido, también nos falta madurar como sociedad, entender que nuestra educación es una responsabilidad compartida. Tal vez esto se interprete que mi discurso es a favor de la privatización de la educación, algo totalmente falso, sin embargo, considero que el estado debería estar más preocupado en impartir una educación apegada a los valores humanos, como la verdad, honestidad y la tolerancia, que contribuya además al desarrollo cognitivo del educando.


Última reflexión: Ser docente, médico, ingeniero o reportero en este país siempre será tarea difícil, ya que hay que luchar -todavía más- contra nuestra propia idiosincrasia heredada y plagada por años de corrupciones y excesos. Desde mi punto de vista, ese es nuestro mal desde hace algunos siglos. Un cambio se lograría con una revolución mental, es decir, proporcionando realmente una educación para la vida. Nuestros gobiernos se tendrían que preocupar más en invertir en una buena educación para todos que en sufragar banalidades particulares de unos cuantos. A los maestros corresponde prepararse constantemente, tener disposición de aprender y enseñar, adquirir o poseer ciertas habilidades útiles para su función, entre ellas capacidad crítica, inteligencia y vocación; a nosotros como sociedad, exigir una educación realmente de calidad. Pero, mientras no seamos lo suficientemente críticos y analíticos para poder distinguir qué es calidad o no, no sabremos qué exigir. Mientras tanto, nuestros maestros seguirán impartiendo una educación mecanizada, nuestros gobiernos seguirán manipulando la educación y nosotros impávidos dejaremos pasar el tiempo.



BIBLIOGRAFÍA

Gonzáles, Rivera Guillermo, Torres, Carlos Alberto. Sociología de la Educación. Edit. Pax. Méx.

Durkheim, Émile. Educación y sociología, Colofón S.A. de C.V.

Vazquez, Josefina Zoraida (coordinadora). Interpretaciones de la Independencia de México. Edit. Patria S.A. de C.V., Méx. 1997.


foto: Nancy Ortiz

jueves, 19 de marzo de 2009

ARTÍCULO sobre educación en valores


EDUCANDO PARA LA VIDA

Por Nancy Alejandra Ortiz Ochoa, Educadora y Socióloga


Tratar temas sobre educación en una formación sociológica no es para nada descabellado, pues son ciencias humanas que comparten objetivos a fines, ya que tanto la sociología como la educación pretenden aportar herramientas para la vida del ser humano que sean útiles a nuestra sociedad. La sociología es una ciencia que se interesa por los procesos sociales en masa y la educación por el desarrollo personal de cada individuo, por lo menos en el sentido más noble de la educación; es decir, ambas ciencias son parte fundamental en el desarrollo de un país.

Cuando hablamos de educación se debiera entender por una apegada a valores humanos, pues el fin mismo de la educación es promoverlos y con ellos promover una adecuada convivencia entre las personas y por ende una mejor sociedad.

Históricamente la educación se ha centrado en la adquisición de conocimientos y desarrollo cognitivo, dejando rezagado el plano moral, lo ético y lo humano, si a esto le añadimos que la sociedad de consumo ha dejado una crisis en lo valorar vemos necesario hablar del asunto.

La educación institucional o no, siempre estará orientada a educar bajo un esquema de valores. No es posible educar sin formar valores, pues los alumnos, sobre todo los de educación básica, están constantemente imitando a sus semejantes, como amigos, padres y maestros.

A la educación formal (pues se puede controlar) se le demanda mayor compromiso en el plano moral, para poder formar en la sociedad un sentido democrático, ética política, actitud responsable, valores humanos, respeto a los demás, tolerancia a lo diferente, equidad, y un sin fin de cualidades éticas que se requieren para formar las nuevas generaciones.

En el libro “La formación de valores en la educación básica” de Sylvia Schmelkes, sostiene que una sociedad altamente educada “será una población capaz incluso de juzgar críticamente el rumbo del desarrollo económico, de proponer vías de bienestar social y de innovar desde lo productivo”[1] se refiere a estar educada en un sentido más practico y humano, como por ejemplo, cuidado del medio ambiente, consumo inteligente, utilizar tiempo libre creativa y productivamente, identidad cultural y nacional, formar una sociedad inteligentemente democrática, conocedora de los derechos humanos, capaz de entender los cambios para poder enfrentarlos y sobre todo con un juicio ético y moral.

La sociedad demanda una educación de calidad, pero por calidad se está entendiendo a la satisfacción de elementos un tanto burgueses más que educar de manera congruente a necesidades sociales. Desde mi punto de vista, una educación de calidad requiere maestros capaces de transmitir conocimientos, fomentar y desarrollar capacidades de manera ética.

LA EDUCACIÓN Y LA GLOBALIZACIÓN

La globalización es una característica de los tiempos que corren ya afecta a la vida de todos los individuos del planeta y con mayor razón afecta la educación, se globaliza el conocimiento al haber un proceso de desiminación más veloz, se globalizan los aportes culturales, se globaliza la discusión ética. Pero también se globaliza la pobreza, la riqueza, la economía subterránea, lo ilícito, lo criminal, la marginalidad, el narcotráfico, etc.

La globalización ha penetrado hasta los ámbitos más cerrados y la educación ha sido vulnerable a ella tanto en lo positivo como en lo negativo, la educación tiene dentro de sus tareas a futuro educar para un mundo competitivo, para la participación de una sociedad democrática y para formar valores y con ello se pretende la formación de individuos con juicios autónomos, ciudadanos democráticos que comprendan su contexto.

LA FORMACIÓN VALORAL Y LA CALIDAD DE EDUCACIÓN

En el texto Sylvia Schmelkes afirma “la educación de calidad no es posible si ésta educación no incluye la formación valoral, al mismo tiempo que no puede existir la formación en valores si no hay educación de calidad” para explicar con mayor detenimiento esto, la autora presenta algunos puntos que a continuación se retomaran en el presente texto.

1. La educación de calidad no es posible si la educación no incluye la formación valoral.

Actualmente se mantiene esta educación de manera poco transparente y clara, regularmente se encuentra uno lo que le han llamado la curricula oculta, que es la intención formativa, moral y valoral que posee cada institución y ella esta supeditada a los intereses particulares de quienes dirijen las instituciones, sobre todo las particulares. Pero al permanecer oculta, se atenta contra la calidad de la educación, pues se corre el riesgo de deformarla, a su vez la evaluación de ella se vuelve mucho más difícil de lo que ya es.

2. Si la escuela no forma valoralmente, descuida la función socializadora

La escuela es un agente importante en la socialización de las personas el cual implica reconocimiento y valoración del pluralismo, aunque actualmente esta socialización se da de manera caótica, además que la escuela se enfrenta a otros agentes socializadores más llamativos e influyentes, dejando de cumplir de algún modo con la calidad de la educación.

3. Si la escuela forma de manera caótica, será incapaz de desarrollar armónicamente las facultades del ser humano.

El desarrollo del ser humano es o debería ser armónico, es decir, todos los aspectos que lo componen, como lo son el aspecto cognitivo, afectivo, físico y social, deberían evolucionar a la par del otro, pues se interconectan en muchos aspectos y sólo con el desarrollo adecuado de estas áreas se puede hablar de una personas sana y desarrollada tanto física, mental y emocionalmente. Pero si la educación sólo se centra en el aspecto cognitivo se descuida un aspecto de la personalidad igual de importante para la evolución de una persona.

4. Si la escuela no forma apegada a valores, se carece de bases para exigir ética en los procesos de desarrollo, político, económico y cultural.

La sociedad se encuentra muchas veces en la posición de exigir transparencia en los procesos políticos, sin embargo, muchas veces no nos percatamos que somos parte de una maquinaria que funciona mal, pero funciona mal porque cada una de las personas que la componen no hacen lo que tiene que hacer como lo deberían de hacer. Es por ellos que para exigir transparencia y legalidad en cualquier proceso aunque sea pequeño, es importante que nosotros mismos estemos apegados a lo que demandamos, y solo se lograra un sociedad éticamente aceptable, si se educa apegado a los valores humanos.

En el texto se afirma que el tema de los valores, se considera algo íntimo y por tal motivo la educación no ejerce abiertamente su obligación de promoverlos, siendo una responsabilidad compartida, que abarca la formación de los docentes y los objetivos y planes de estudios.

FORMANDO EN VALORES

Sylvia Schmelkes da un serie de pistas (como ella las llama) que ayudan a educar en valores, menciona dos condiciones la primera es el trabajo con los docentes, “Los maestros tienen que estar formados valoralmente antes de pretender formar a los alumnos en esta dimensión”[2], se trata de que los maestros vivan del modo que pretenden enseñar, sean parte del proceso y no se quede la educación valoral en el plano discursivo.

La segunda condición trata sobre la importancia de que la estructura escolar se vuelva una fuente de formación valoral, que permita vivir situaciones de decisión moral y a su vez se favorezca el desarrollo cognitivo.

Entre las estrategias que la autora menciona como fundamental para el desarrollo del juicio moral, se encuentra: el establecimiento de un clima, el análisis crítico, asumir roles de otros, sentido del pluralismo, responsabilidad en la resolución de problemas, se menciona que la edad ideal para el desarrollo del juicio moral es la adolescencia, a partir de los 11 años, y la escuela tiene el deber de facilitar todo el ambiente necesario para el desarrollo de lo ético y moral. La formación valoral debe ser preocupación de la educación básica, explicitar el tipo de educación y vivirla diariamente.

EDUCAR PARA LA SOLIDARIDAD

La solidaridad tiene que ver con la comprensión de nuestro próximo, sentir empatía, compromiso, formar un sentido de justicia, respeto y compasión. “…educar para la solidaridad es educar en los valores fundamentales que las principales filosofías, religiones, y la humanidad entera ha venido definiendo para sí misma. Educar en solidaridad es educar en valores.” [3]

Existen muchos entes que se encargan de fomentar valores, entre ello se encuentra la familia, la iglesia, la comunidad, la sociedad y especialmente la escuela, pues constituye un espacio de convivencia plural, viviendo los valores cotidianamente, por lo menos en un sentido ideal, pero para ello es necesario que se lo proponga explícitamente, pues de lo contrario no se producirá tal efecto. La escuela debe estar orientada para favorecer la vivencia de la solidaridad, con una actuación congruente de los docentes, implementando planes o programas de solidaridad. Se debe tener a demás que la adquisición de valores es integral y al adquirí uno por ende desencadenará otro.

CONCLUSIONES

Ser herrero, plomero, maestro o sociólogo en nuestro país, es una tarea sumamente difícil, pues en muchas ocasiones no contamos con los recursos necesarios para llevar nuestra labor de la manera más idónea. Sin embargo el quehacer de cada una de las actividades que mantienen en movimiento nuestra sociedad, esta supeditada a la adquisición de valores, de manera oculta o no, y nosotros como individuos vulnerables a adquirir una formación valorar, de manera explicita o encubierta. Es por ello que se hace mucho hincapié en la necesidad de establecer unos objetivos y criterios afines que partan desde la educación básica, para poder tener un control sobre lo que se imparte en la escuela y la manera como se hace.

Comos futuros sociólogos debemos estar muy pendientes de los cambios que se genera a nuestro alrededor, debemos ser sensibles para percatarnos de las necesidades más apremiantes que viven las personas así como prever una formación escolar apegada a valores humanos.

BIBLIOGRAFIA

Schmelkes, sylvia, La formación de valores en la educación básica. SEP, México.


[1] Schemelkes, Sylvia, la formación de valores en la educación básica SEP, México, p 13-29.

[2] Íbidem

[3] Íbidem

domingo, 1 de marzo de 2009

ARTÍCULO sobre Carrera Magisterial

BARRERA MAGISTERIAL


Por Nancy Alejandra Ortiz Ochoa, Educadora rural y Socióloga


Acaban de pasar los exámenes de Carrera Magisterial, la mayoría de los maestros lo llamamos “Barrera Magisterial”. Platicando con algunos compañeros coincidimos en lo mal diseñados que están los exámenes: mal redactados, hechos para confundir a los docentes, con preguntas y respuestas incongruentes. El contenido responde más a intereses políticos que a una verdadera evaluación del trabajo de los docentes.

Resulta que hay algunos docentes con alto nivel en carrera y son maestros faltistas, que no cumplen o que hacen mal su trabajo, y habemos otros que no faltamos, trabajamos las jornadas completas, las reuniones con padres o talleres los hacemos fuera del horario de trabajo, tratamos de prepararnos, de ser responsables, de implementar acciones que verdaderamente sean significativas a los alumnos y resulta que ni siquiera pasamos el examen. Lo más ilógico es que cada año sacamos menos calificación cuando se supone que los contenidos que te evalúan son los mismos.

Es sabido por todos los maestros que los exámenes se venden antes de su aplicación, incluso yo misma una vez rechace comprar las respuestas del examen pues me parecía poco ético, también se sabe que hay personas que te ingresan al programa por una fuerte suma de dinero.

Los que tratamos de ingresar por la vía legal cada día la tenemos más difícil, por un lado es competir con los docentes que llevan ventaja al tener las respuestas, otra competir contra los que ya pagaron por ingresar y la no menos importante es poder descifrar esos exámenes que están diseñados para reprobar al mayor número de maestros. Son exámenes que no van acorde con los paradigmas educativos de hoy en día, pues se basan en una absurda memorización, donde incluso debemos sabernos la página de ciertos libros u otras cosas que no ayudan ni contribuyen en nada en una verdadera educación.

Aunado a todo eso, la SEP y la SEV han implementado una serie de medidas mal diseñadas y planeadas para evaluarnos, resulta que no hay información oportuna y veras, los cursos se resumen a decir que los maestro debemos comprometernos y echarle muchas ganas (sin que ambas secretarias asuman la responsabilidad que les corresponde) el examen que acaba de pasar lo cambiaron de fecha e incluso en Veracruz hasta lo cambiaron de sede. La información llega un día antes a las supervisones escolares y en ese trance muchos maestros se quedan en el camino.

Yo me pregunto cuándo va a ser el día que a los docentes nos toque evaluar a la secretaría. Tan sólo las primarias deben llevar más de 100 programas alternos, ¿se imaginan? Sólo hay 200 días de clases, por eso esos programas que terminan siendo un tramite más en el papel, es imposible implementar cada uno de esos programas a cabalidad. Lo más gracioso (si nos permitimos ser irónicos) es que cada dirección de esos programas exige evidencias y fotos de que su programa fue implementado. ¿Qué acaso la SEV y la SEP no tienen bien coordinadas sus direcciones como para darse cuenta que lo que están pidiendo es un absurdo? Y lo más “chistoso” de todo es que te mandan las instrucciones un día antes de que debas entregar el reporte.

Tengo 8 años de servicio y mi decepción es cada día mayor, muchos de los maestros que tiene mi edad ya están tan decepcionados que entraron a la misma dinámica, hacemos como que trabajamos para que la secretaria haga como que funciona.

Creo que para que haya una verdadera mejora en la educación no necesitamos que los maestros compren un examen de 84 preguntas o se aprendan de memoria los libros, sino que las secretarias hagan una verdadera evaluación antes que nada de ellas mismas. Que eliminen tanto tramite innecesario, tantos programas emergente que en vez de ayudar te quitan el tiempo, que asuma la responsabilidad que les toca y sobre todo se implementen otras estrategias de evaluación menos tecnocratitas para los docentes.

Vale la pena invertir en educación, pues en la educación está el verdadero futuro y cambio de México.